La historia indica que hace aproximadamente medio siglo que estamos “a 25 años” de una planta de fusión nuclear. Si hacemos un poco de memoria, la primera bomba “de fusión” fue Ivy Mike, detonada el 1 de noviembre de 1952, comprobando sin lugar a dudas que el diseño Teller-Ulam era efectivo. Sin embargo, esas bombas poseen dos fases, y requieren del calor generado por una bomba de fisión para activar correctamente su fase de fusión. El gran problema que enfrentan los científicos alrededor del globo es lograr la ignición en una reacción de fusión y sostenerla en un entorno controlado. Tal vez algunos piensen en el doctor Octopus y su sol en miniatura en Spider-Man 2, sin embargo, las condiciones que demanda la fusión son tan exigentes, que ante una mínima alteración de los parámetros, la producción de energía debería cesar por completo.
Básicamente, lo que ha logrado un grupo de científicos estacionado en la National Ignition Facility, bajo el ala del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, es que la generación de energía supere por un momento al consumo. Al disparar un total de 192 rayos con el láser más poderoso del planeta sobre una pequeña bolilla con combustible de hidrógeno, la reacción de fusión generó más energía de la que fue absorbida por el combustible. Todavía falta mucho para lograr la ignición, y la última vez que la NIF hizo promesas, se les quemaron en las manos. En 2009 vaticinaron que una reacción de fusión tendría un saldo neto de energía para septiembre de 2012, pero eso nunca sucedió. ¿Cambiarán las cosas ahora? La necesidad de energía es cada vez mayor, y la fusión nuclear aportaría una solución de muy alto nivel.
* fuente: neoteo.com
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